Arrojé la línea por última vez como a las siete de la mañana. Llevaba pescando toda la noche y había terminado mi paquete de cigarrillos.
Las sirenas de los barcos comenzaron temprano su concierto.
Por alguna razón, el rostro de Gerardo, un amigo de la infancia, y algunas aventuras juntos, habían vuelto a mi mente durante toda la noche.
Mi regreso a Mendoza, con muchas más penas que glorias, era inminente. Creí en ese momento, que pudiera ser esa la razón de mi amigo girando en mi cabeza.
Por la tarde, dejé la pensión y me dirigí a Retiro.
Mendoza me recibió sin esperarme.
Al llegar a la terminal, compré el diario. Gimnasia había ganado a Maipú 2 a 0. Los docentes levantaban el paro. El gobernador asistía en China a una muestra de vinos. Gerardo Gatica murió antes de llegar al hospital, tras un accidente automovilístico.
Eran las doce de la noche. No llegué a darle el último adiós.