Las cámaras se apagaron y la esquina de Santiago volvió a la oscuridad.
La escena salió bien y los técnicos comenzaron a recoger los equipos.
Esa noche Chile le ganaba a Brasil por la copa América y el centro se encontraba casi desierto.
Volví a casa en el metro. Buscando en las caras, eso que venía buscando hacia tiempo.
Como siempre sin encontrarla. Apoyé la cabeza en la almohada y puse Sabina en mis oídos.
Fue una noche más. Bajando el telón sin aplausos. Llevando mis historias a través del abismo. Con los recuerdos mordiendo mi mente y el tabaco barato en mis bolsillos.
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