lunes, 18 de abril de 2011

Amistad II

Fernando Castro, decidió matar a su mejor amigo, un domingo por la tarde.
Tenía todo planeado a la perfección. Sobre todo su coartada.
El único detalle por resolver, era el arma a utilizar.
Pensó en un cuchillo y hasta empuñó uno para practicar el certero puntazo. Pero su frágil resistencia a la sangre atentaba contra todo lo planeado. Pues la policía encontraría el cadáver de la víctima y a su lado, al asesino desmayado.
Pensó en una pistola. Pero conseguirla dejaría una indeseable pista. Y dos asesinatos era mucho para él.
La idea de las drogas tomó fuerza en su mente. Pero su amigo las había dejado hacia tiempo y no podría inducirlo a volver.
Tomó lápiz y papel y comenzó a escribir los motivos que tenía para matarlo. buscando ideas, anotó uno a uno, todos ellos.
Casi terminando la hoja, se les agotaron.
Entonces puso su firma y se la envió como carta.
A los cuatro días recibió una carta del amigo, que decía:
Querido Fernando: Al recibir tu carta me encontraba a punto de quitarme la vida. Quiero que sepas lo mucho que te agradezco el haberme escrito, ya que supe que alguien, se preocupaba por mi. La verdad que no tengo palabras más que de agradecimiento hacia ti. Lo único que te pido es que me digas lo que escribiste ya que la emoción del momento, me llevó a correr de alegría tirando todo a mi paso, por lo que perdí tu carta sin siquiera abrirla. Te quiere, tu amigo Maldo.

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