Miraba en sus ojos el pasado.
Veía siestas calurosas bajo un techo de chapas.
Tormentas sin agua pero con gritos cercanos.
Juguetes de plástico sin brillo. sopas y más sopas de lo mismo.
Descubrí momentos felices, de la mano de unas manos cálidas.
Encontré también en lo profundo tristezas viejas, cansadas de ir y venir en su mente.
El café se enfrió entre nosotros.
Creo que solo nos dijimos un par de cosas sin importancia, vacías.
Supimos a los dos segundos de sentarnos, bajo el ventananal que da a San Martín, que no terminaríamos en la cama. Y eso fue lo que nos liberó. permitiéndonos mirarnos tranquilamente.
Antes de marcharse, le pregunté si vio algo en mi.
Me respondió que si. Me habló de mi pasado, de las siestas largas, de los juguetes apagados... de las tristezas agotadas.
Sonrió mientras acariciaba mis mejillas y salió del café, tomando Colón hacia el oeste.
No hay comentarios:
Publicar un comentario