Era viernes por la tarde y Ana, volvía a meterse en mi cabeza.
Yo buscaba un disco de Creedence perdido entre los cajones gastados.
Fernando Castro la había visto unos meses atrás, cerca de la terminal, vendiendo sueños soñados. Algunos demasiado baratos y otros absurdamente inalcanzables.
No encontré el disco. Decidí bajar a caminar. Como siempre , mis pies repiten baldosas y esquinas.
Cruce San Martín, bajando por Alem. La fuente de la plaza estaba encendida, por lo que demoré unos segundos. Su ruido calmaba algo en mi.
Llegué a San Juan decidido a continuar por ella hacia el centro.
Ana continuaba en mi cabeza y seguir por Alem no ayudaría a quitarla de allí.
Otra vez el pánico se adueñó de mi y luego de las palpitaciones, doblé a la derecha hacia Vicente Zapata.
Ni el uno ni el otro. Tal vez el sur me depararía nuevos aires, o nuevas Anas... quizá no tan crueles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario