Jorge Cortez, había conocido la mayor parte de la Argentina vendiendo targetas con los signos zodiacales por las calles.
Sufrió el calor del norte, la humedad del centro y el frío del sur.
Viajando casi siempre de prestado. Vendía alfajores o galletas en los colectivos.
Bromeaba con los choferes y piropeaba respetuosamente a las pasajeras.
Por las noches, se cobijaba en pensiones familiares, o de las otras.
Sacaba cuentas sin calculadoras, con la presición de un doctor en matemáticas.
Un día le pregunté, mientras tomábamos una cerveza en una estación de Lavalle.- Cómo se vive, sin un lugar donde volver?
Gracias por preguntarme eso...hacía tiempo que no pasaba por casa- contestó, mientras vaciaba la botella en un shopp limado por los años.
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