De niño tenía un sueño, que se repetía constantemente.
En él, yo era un alfil, en medio de un gran tablero de ajedrez. Sólo un alfil, la puta madre!!!
Hace años que no lo sueño. Hace años que voy para adelante. No me gustan las diagonales. Por más lejos que lleguen.
Guarda. Porque cuando yo era chica, el alfil era la pieza del ajedrez que más me llamaba la atención, más perfectamente moldeada me parecía, y que se pudiera mover en diagonal en un tablero lleno de cuadrados, me parecía una gran habilidad. Como un pececito en el agua.
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