lunes, 1 de noviembre de 2010

Maldito Chile que...

Con las manos en los bolsillos del sobretodo. Y la sobrebarba perdiendo forma.
Por las tripas del metro fui dejando mala imagen.
El olor a ciudad húmeda, contrastando con el miyagi en mi cuello y el humo de los pall en mis dedos.
Hasta plaza Italia, via Escuela Militar. Bajé en Suecia y caminé un poco.
Me detuve frente al café unos segundos.
Desde ahí miré hacia arriba. La ventana, el balcón, las tejas, la antena, las nubes, la lluvia. Entré al café y pedí el teléfono.
La distancia es tan corta entre el desamor y la cordura. Cómo pude estar tan loco? Me pregunté, mientras le pedía al mozo una botella de ron para llevar.

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