lunes, 15 de noviembre de 2010

A mi viejo

Soñaba que acariciaba sus manos. Ajadas, ya deformes.
Frías como hielo, duras como cedro.
Sus ojos entreabiertos. Su voz tan clara y tierna.
Soñaba que a su lado, compartíanos un mate bueno.
Hablábamos de Gimnasia y lo mal que esta jugando... y del tiempo.
Fumábamos del mismo cigarro, llorando a la sombra de algún recuerdo.
Donde estas viejo querido?
Tenés que me regales un ratito?
Solo me queda el consuelo, de su fe en el Dios de los buenos.
Y su sonrisa de niño, festejando mi llegada.

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