José Darío Maldonado
Crónicas cercanas
viernes, 18 de noviembre de 2011
Tiempo
Si la muerte es parte de la vida...la vida es parte de la muerte. Morimos de a poco a cada instante, dichosos los que viven la vida, sin pensar en la muerte. Pobres los que mueren en vida, sin hacer algo que valga la pena.
viernes, 4 de noviembre de 2011
Ventanas verdes
Separar con mis dedos tus cabellos.
Embriagarme del perfume de tu cuello.
Inmolarme poco a poco entre tus senos.
Sabotear torpemente tus botones, tan ajenos a mi deseo.
Observarte caer sobre la almohada, dibujando sobre ella montezuelos. O quizá encontrar en tu mirada, ese "sí" que tantas veces vi en mis sueños.
Acercar mis labios a tu vientre.
Y quedarme en tus adentros un buen tiempo.
Observarte desde el sur, mientras atraviesan...tus gemidos las paredes del infierno.
Devolverte uno a uno los abrazos.
Mientras te vas temblando a nuestro cielo.
Embriagarme del perfume de tu cuello.
Inmolarme poco a poco entre tus senos.
Sabotear torpemente tus botones, tan ajenos a mi deseo.
Observarte caer sobre la almohada, dibujando sobre ella montezuelos. O quizá encontrar en tu mirada, ese "sí" que tantas veces vi en mis sueños.
Acercar mis labios a tu vientre.
Y quedarme en tus adentros un buen tiempo.
Observarte desde el sur, mientras atraviesan...tus gemidos las paredes del infierno.
Devolverte uno a uno los abrazos.
Mientras te vas temblando a nuestro cielo.
jueves, 29 de septiembre de 2011
Vuelta
Arrojé la línea por última vez como a las siete de la mañana. Llevaba pescando toda la noche y había terminado mi paquete de cigarrillos.
Las sirenas de los barcos comenzaron temprano su concierto.
Por alguna razón, el rostro de Gerardo, un amigo de la infancia, y algunas aventuras juntos, habían vuelto a mi mente durante toda la noche.
Mi regreso a Mendoza, con muchas más penas que glorias, era inminente. Creí en ese momento, que pudiera ser esa la razón de mi amigo girando en mi cabeza.
Por la tarde, dejé la pensión y me dirigí a Retiro.
Mendoza me recibió sin esperarme.
Al llegar a la terminal, compré el diario. Gimnasia había ganado a Maipú 2 a 0. Los docentes levantaban el paro. El gobernador asistía en China a una muestra de vinos. Gerardo Gatica murió antes de llegar al hospital, tras un accidente automovilístico.
Eran las doce de la noche. No llegué a darle el último adiós.
Las sirenas de los barcos comenzaron temprano su concierto.
Por alguna razón, el rostro de Gerardo, un amigo de la infancia, y algunas aventuras juntos, habían vuelto a mi mente durante toda la noche.
Mi regreso a Mendoza, con muchas más penas que glorias, era inminente. Creí en ese momento, que pudiera ser esa la razón de mi amigo girando en mi cabeza.
Por la tarde, dejé la pensión y me dirigí a Retiro.
Mendoza me recibió sin esperarme.
Al llegar a la terminal, compré el diario. Gimnasia había ganado a Maipú 2 a 0. Los docentes levantaban el paro. El gobernador asistía en China a una muestra de vinos. Gerardo Gatica murió antes de llegar al hospital, tras un accidente automovilístico.
Eran las doce de la noche. No llegué a darle el último adiós.
martes, 23 de agosto de 2011
Alfil
De niño tenía un sueño, que se repetía constantemente.
En él, yo era un alfil, en medio de un gran tablero de ajedrez. Sólo un alfil, la puta madre!!!
Hace años que no lo sueño. Hace años que voy para adelante. No me gustan las diagonales. Por más lejos que lleguen.
En él, yo era un alfil, en medio de un gran tablero de ajedrez. Sólo un alfil, la puta madre!!!
Hace años que no lo sueño. Hace años que voy para adelante. No me gustan las diagonales. Por más lejos que lleguen.
Lluvia
Un té en hebras.
Dos vueltas de reloj de arena.
Una vez más, frente a frente.
El pasado y el presente... nunca el futuro. Así ha de ser, por el bien de todos.
Solo me faltó dejar salir de su prisión, a las palabras. Aquellas que están privadas dentro de mi boca.
Aquellas que algún día salieron y luego, las tuve que tragar.
Decía Federico, que uno se traicionaba a sí mismo al no ser feliz.
Digo yo, que la felicidad la encuentro a cada momento. Y la pierdo al terminar cada cigarrillo.
Cómo extraño a mis amigos. A los buenos y los no tanto.
El té se enfrió sobre la mesa. Es hora de salir a fumar. No importa que llueva.
Dos vueltas de reloj de arena.
Una vez más, frente a frente.
El pasado y el presente... nunca el futuro. Así ha de ser, por el bien de todos.
Solo me faltó dejar salir de su prisión, a las palabras. Aquellas que están privadas dentro de mi boca.
Aquellas que algún día salieron y luego, las tuve que tragar.
Decía Federico, que uno se traicionaba a sí mismo al no ser feliz.
Digo yo, que la felicidad la encuentro a cada momento. Y la pierdo al terminar cada cigarrillo.
Cómo extraño a mis amigos. A los buenos y los no tanto.
El té se enfrió sobre la mesa. Es hora de salir a fumar. No importa que llueva.
lunes, 2 de mayo de 2011
Crónica de Jorgito
Jorge Cortez, había conocido la mayor parte de la Argentina vendiendo targetas con los signos zodiacales por las calles.
Sufrió el calor del norte, la humedad del centro y el frío del sur.
Viajando casi siempre de prestado. Vendía alfajores o galletas en los colectivos.
Bromeaba con los choferes y piropeaba respetuosamente a las pasajeras.
Por las noches, se cobijaba en pensiones familiares, o de las otras.
Sacaba cuentas sin calculadoras, con la presición de un doctor en matemáticas.
Un día le pregunté, mientras tomábamos una cerveza en una estación de Lavalle.- Cómo se vive, sin un lugar donde volver?
Gracias por preguntarme eso...hacía tiempo que no pasaba por casa- contestó, mientras vaciaba la botella en un shopp limado por los años.
Sufrió el calor del norte, la humedad del centro y el frío del sur.
Viajando casi siempre de prestado. Vendía alfajores o galletas en los colectivos.
Bromeaba con los choferes y piropeaba respetuosamente a las pasajeras.
Por las noches, se cobijaba en pensiones familiares, o de las otras.
Sacaba cuentas sin calculadoras, con la presición de un doctor en matemáticas.
Un día le pregunté, mientras tomábamos una cerveza en una estación de Lavalle.- Cómo se vive, sin un lugar donde volver?
Gracias por preguntarme eso...hacía tiempo que no pasaba por casa- contestó, mientras vaciaba la botella en un shopp limado por los años.
Calles X
Era viernes por la tarde y Ana, volvía a meterse en mi cabeza.
Yo buscaba un disco de Creedence perdido entre los cajones gastados.
Fernando Castro la había visto unos meses atrás, cerca de la terminal, vendiendo sueños soñados. Algunos demasiado baratos y otros absurdamente inalcanzables.
No encontré el disco. Decidí bajar a caminar. Como siempre , mis pies repiten baldosas y esquinas.
Cruce San Martín, bajando por Alem. La fuente de la plaza estaba encendida, por lo que demoré unos segundos. Su ruido calmaba algo en mi.
Llegué a San Juan decidido a continuar por ella hacia el centro.
Ana continuaba en mi cabeza y seguir por Alem no ayudaría a quitarla de allí.
Otra vez el pánico se adueñó de mi y luego de las palpitaciones, doblé a la derecha hacia Vicente Zapata.
Ni el uno ni el otro. Tal vez el sur me depararía nuevos aires, o nuevas Anas... quizá no tan crueles.
Yo buscaba un disco de Creedence perdido entre los cajones gastados.
Fernando Castro la había visto unos meses atrás, cerca de la terminal, vendiendo sueños soñados. Algunos demasiado baratos y otros absurdamente inalcanzables.
No encontré el disco. Decidí bajar a caminar. Como siempre , mis pies repiten baldosas y esquinas.
Cruce San Martín, bajando por Alem. La fuente de la plaza estaba encendida, por lo que demoré unos segundos. Su ruido calmaba algo en mi.
Llegué a San Juan decidido a continuar por ella hacia el centro.
Ana continuaba en mi cabeza y seguir por Alem no ayudaría a quitarla de allí.
Otra vez el pánico se adueñó de mi y luego de las palpitaciones, doblé a la derecha hacia Vicente Zapata.
Ni el uno ni el otro. Tal vez el sur me depararía nuevos aires, o nuevas Anas... quizá no tan crueles.
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