viernes, 20 de agosto de 2010

Clara

El día de su cumpleaños, Clara tomó un vuelo de dieciocho horas. Un vuelo que la cruzaría a su nueva vida.
Pasaron varios cumpleaños más, hasta que recibí su primer carta.
Las cosas habían cambiado desde entonces. Pero al abrirla, volvió la primavera aquella. Volvieron los olores, los recuerdos, las miradas.
Aquellas noches de calesita de barrio. que llegaba y revolucionaba todo. Con sus sillas voladoras y los botes impulsados con soga. La música y las quermes. Todo volvió.
Aquella niña delgada, con vestido rosa debajo de la rodilla y dos colitas en el pelo. Buscando mi mirada entre la gente, hasta encontrarla y detener el tiempo.
Las palabras dulces, sinceras hasta el dolor. Los mocasines molestos. los focos rotos de la esquina.
Todo volvió en aquel instante. Me sacudió el paso del tiempo y tuve que detener las lágrimas a fuerza de no se qué.
Volví a la carta. Clara ya no era una niña. Pero me escribió como si lo fuera. Eran unas palabras de otro tiempo. Eran la continuación de nuestra ultima charla. Creo que la escribió el día que se fue. Y por algún motivo decidió enviármela tantos años después.
La carta tenía mi nombre subrayado y solo tres palabras: Siempre te esperaré.

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