Aguado nace en Belgrano. Junto a las vías del tren, entre Belgrano y Francisco Moyano vive una niña.
Es la década del ochenta y el país está convulsionado. La escases de productos se siente en la sociedad. Ella juega en la vereda. Le asusta el paso del tren y el olor de las inyecciones.
Años más tarde, en la misma vereda, dirá un adiós corto, pero tan profundo, que ni el tren volverá a pasar.
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