Antes de convertirme en un fantasma, gastaré todos los te amo que me quedan.
Volveré al barrio a la hora de la siesta y tocaré los cansados timbres de los viejos amigos.
Antes de llenar por última vez mis pulmones, dañados por el humo, tomaré las manos de mi padre entre las mías. Lloraré viejas lágrimas indecisas.
Antes de convertirme en un fantasma, recordaré los abrazos. Olvidaré los malos besos. Cerraré una a una las viejas puertas.
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