L a alameda esta llena de nostálgicos y de putas.
Las mismas que antes corrieron con sus guardapolvos a cuadritos a subirse al tobogán. Las mismas que festejaron su cumpleaños con globos amarillos y rojos.
Las mismas que se enamoraron y se enamoran. Ellas, las putas, que por veinte pesos se brindan a cualquiera, sin discriminar.
Visten la alameda de sexo. Un sexo frío y casi vacío.
El sexo a cambio de dinero no tendría que verse tan mal. Peor es el sexo a cambio de una imagen de familia feliz, de una vida plástica, de un camino angosto sin salida.
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