Bajo la nube toxica de la ciudad. Frente a la autopista en construcción.
Después del mediodía lluvioso de junio, con Sabina rompiendo mis tímpanos y algunas de mis pocas certezas. Con la apariencia de un refugiado y el ultimo llamado telefónico girando y girando en mi mente. La pared de Los Andes se me vuelve cada vez más alta.
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