Como a las seis cierran todos los comercios, dejan de circular los colectivos y el metro.
No se consigue un taxi ni por casualidad. A las ocho se corta la electricidad y dejan de funcionar algunos teléfonos.
Las sirenas de las ambulancias es lo único que se escucha por las calles.
Las esquinas se visten de fuego y alrededor de éste, un grupo de gente no menor a cinco. Todos juntos conmemoran aquel golpe.
En forma de homenaje queman gomas y tablas. En Santiago, se sienten cada 11 de setiembre los olores de la muerte. Las corridas y los llantos.
La radio, emite los temas de Illapu una y otra vez. “vuelvo a casa compañera” dicen… Como si fuera tan fácil.
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