Una tarde noche de verano habían cambiado los focos de las esquinas por unos distintos, nos juntamos como siempre a jugar el tercer turno que duraba de siete a nueve y media como mucho, estaban todos, los de siempre, pero esa noche el mercurio llego al barrio, parecía de día!!! Jugamos a la pelota como hasta las doce, ningún vecino se quejo.
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