Soledad
Casi muero de pena al verte ir entre las acequias de tierra y los árboles pelados, sabía que no te volvería a ver, no estaba escrito en algún maldito libro de quejas sin quejas, pero lo sabía. Como supe tantas veces que a la vuelta de la esquina me esperaba sonriente y complaciente la puta soledad, que en ocasiones me enamora, pero luego, como siempre, termino odiándola.
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