Maldito sueño que la duerme, cuando más despierta la quiero. Maldito sueño que me aleja de sus labios y del roce de sus senos, con la sed de las yemas de mis dedos.
Maldito el tiempo que no quiere atravesar las retinas y escapar hasta esa noche sin luz.
Ojala queden hojas en blanco, dispuestas a ser penetradas, a mancharse impunes, ante unos ojos bien abiertos.
La tarde empieza y ella duerme. Yo, desde aquí le aguardo. Buscando en lo pasado una gota de consuelo.
No tardes bonita mía. No quiero ser tu recuerdo.
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