Casi llegando a la esquina, donde alguna vez fue la comisaría y luego, paradójicamente, la guarida de una de las bandas más peligrosas del barrio. Frente a la antigua farmacia, el paredón del viejo Feliciano, era testigo además del paso del tiempo, del sentimiento de Pablo por river, de Ricardo por Cecilia y la misma Cecilia por José. De Ernesto contra los milicos, de Luis contra la madre de Marcelo y de Jorge contra todos y a favor de Cecilia. Sí, la de antes. Sentimientos profundos y puros, triviales y obscenos.
Todos juntos, formaban parte del colorido legado cultural, que mostraba la pared del viejo barrio “El Santa”, por Santa Elvira.
Allá por los años ochenta. Fue en los tiempos del lobisón. Pero eso es otra historia.
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